sábado, 27 de mayo de 2017

Barcelona 50-60

Hago caso a medias a mis amigos José y Goretti. A medias porque no voy a borrar el post anterior, solo voy a olvidarlo. No lo borro porque siempre vuelvo a leer cosas determinadas que he escrito, cuando estoy en otro estado de ánimo, e intento averiguar de donde salió y porque.
Hablemos de otra cosa pues.
Llegué a Barcelona a finales de los 60 en aquel bum de la inmigración. Mis padres, como tantos otros, vinieron de Andalucía buscando un futuro mejor... ¡¡No!! Rectifico, mi padre hizo eso en el año 57 cuando aún era soltero. Y esta ciudad se le metió dentro.
Durante toda su vida aquí, trabajo como mozo de parada en el Mercado Central de Frutas. Pero en el año 57, ese mercado era el... ¡Born!. ¡Imagináis cuantas veces pasó con su carretilla llena de cajas por encima del gran yacimiento arqueológico sin saberlo!.


Y sobre todo se enamoró de los barrios bajos de Barcelona. Vivía en una pensión de la calle del Carmen, que enlaza las Ramblas con el Paralelo y sale justo en la parte donde estaba el teatro Arnau (local de Revista de pro).


Años después, siendo niña todavía, recuerdo haber recorrido esas calles donde aún malvivian tiendas cuyos escaparates relucían con lentejuelas, boas, zapatos imposibles... Todo el vestuario laboral requerido por una vedette que se precie.
También era el área donde se concentraba la prostitución. Pero no la de alto standing, esa estaba en sitios mucho más impensables.
La otra, la de la esquina y la farola, la del bolso y el cigarrillo, la de estar por casa.
Pero lo que mi padre adoraba era los gimnasios. Había muchos por allí entonces. Y me estoy refiriendo a esos gimnasios con cuadrilátero, espejo y saco. De allí salieron campeones de boxeo y era el último refugio para las viejas glorias que recordaban éxitos pasados.
Y como el no era de putas pero si de juego, se pasaba por las tardes a apostar en el frontón. Se movían grandes cantidades de dinero allí y los buenos pelotaris estaban muy bien pagados. Creo que aún se hace pero no estoy segura. Lo que si se es que el Jai-alai subsiste como isla en mitad de un océano de locales de máquinas tragaperras.
El movimiento, básicamente nocturno, de toda esa zona se animaba mucho más cuando atracaba un barco. Pero no uno de esos cruceros que llegan ahora a cientos y dan rienda suelta a miles de turistas.
Eran barcos rusos, americanos... Grandes buques de guerra que vomitaban marineros sedientos de alcohol, juego y sexo.
Todavía recuerdo de pequeña ver aquellos grupos de tripulantes rusos con sus graciosas gorras de plato sin visera y la cinta cayendo por detrás.
Mi padre volvió a Huelva, se casó con mi madre e inmediatamente se volvieron aquí.
Él dejo los barrios bajos y se fueron a vivir a Hostafrancs, cerca de Plaza España. Yo he adorado siempre esa parte de la ciudad. Está alejada de los turistas que visitan la Avenida Maria Cristina, la Fuente Mágica, el Palacio de Montjuïch... Pero tiene una inmensa vida comercial y cultural. Y lo que más me gusta, conserva ese sabor de la Barcelona obrera de los años 40 y a la vez se deja influir, aunque de lejos, por el ambiente canalla del Paralelo.
Sin haberlo visto, siempre llevaré en mi memoria, por las veces que me lo explicó mi madre, la imagen de ella, acodada en la barandilla del terrado donde tenían alquilada una habitación, mientras miraba a mi padre (un guapo y fuerte chaval de 23 años con vaqueros, camisa negra con las mangas dobladas y el pelo oscuro y rizado) que venía, sujeto de la barra por la parte de fuera de la puerta del tranvía, y que se bajaba de un salto en marcha, antes de que llegara a la parada. Ese tranvía yo ya no lo conocí.


Desgraciadamente el primer embarazo, fallido por cierto, de mi madre les hizo volver a Huelva. Ella no quería vivir esa experiencia sola, lejos de su familia.
Mi hermano nació muerto. Yo llegué a este mundo. Se me malogró otro hermano y al final nació mi hermana.
Pero para cuando eso ocurrió, él hacia tiempo que se había vuelto a Barcelona.
Al final arrastró otra vez aquí a mi madre minusvalída y dos hijas pequeñas (mi hermana de cuatro meses y yo de cuatro años). Solos en esta gran ciudad.
Pero cuando un día, yo le espeté creyendo que me cargaba sus argumentos: "Al final tu, como todos, viniste a esta ciudad a buscar un futuro mejor", me dejo muda al contestar: "No, yo vine a esta ciudad porque la amo".
Esto es una visión de la Barcelona que va de finales de los 50 a finales de los 60 a través de la experiencia de mi padre.




viernes, 26 de mayo de 2017

Un Mea Culpa

Hoy estoy triste,¿sabéis?.
Es un sentimiento que me es muy familiar. Convivo con el desde siempre. Pero le tengo hecho un calabozo con siete llaves donde la tengo encerrada la mayor parte del tiempo.
He conseguido llegar a algo parecido a lo que los Griegos llamaban "ataraxia", ausencia de sentimiento. Camino por el mundo la mayor parte del tiempo sin sentir ni alegría ni tristeza. Es una manera de controlar mi tendencia depresiva.
En el único momento en el que consigo sentir un amago atrofiado de alegría es cuando estoy con mis chavales.
A estas alturas hace mucho que he perdido la esperanza de ser feliz, pero, en cambio, hay una luz que me ilumina siempre y que, a pesar de las decepciones, los malos ratos, las malas consecuencias sufridas, brilla dentro de mi y nunca baja de intensidad. La pasión, el entusiasmo. Si hay algo que me maravilla, un proyecto que me parece precioso, una iniciativa que para mi es fundamental, le entrego todo. Mi maquinaria mental se pone en marcha a su servicio. Surgen iniciativas, ideas como un torrente y me pongo en marcha como una locomotora sin control.
Y a veces me doy cuenta que quizá estoy avasallando a la persona o personas responsables de ése proyecto.
Piso el freno entonces. Me digo :"¡¡Para!!. Seguro que estás molestando pero la buena educación de los demás no les permite decírtelo".
Puede que, lo que a mi entusiasmo le parece un logro, a ellos no porque saben mejor que yo lo que les conviene.
Pero, como le dije una vez a un compañero: "Si me das cinco minutos organizo tu trabajo, el mio, el del resto del labo y hasta el de los camioneros del patio. Y el día que no haga eso es que me he muerto".
Desde aquí, mi casa, pido disculpas sinceras desde lo más hondo de mi corazón si les he molestado o si se han sentido arrollados por un bólido descontrolado que ha salido de repente de una esquina.
Estoy en pleno aprendizaje (sí, ¡a mi edad!), así que,  no tengáis vergüenza, decírmelo, porque si hay algo que no quiero en absoluto es molestar.
Gracias por la paciencia.

martes, 23 de mayo de 2017

Desesperanza

Acabo de leer sobre el atentado del Manchester Arena. Me invade el estupor en un principio. Y no porque no estemos acostumbrados a este tipo de noticias si no porque siguen ocurriendo una y otra vez.
No se si voy a tener capacidad para poder explicar aquí, para haceros sentir conmigo, lo que le ocurre a mi alma, a mi corazón cuando veo cosas así.
Lo voy a intentar porque tengo una necesidad imperiosa de gritar y este es el medio más cómodo para llegar a vosotros.
Me asombra la capacidad para dañar al prójimo. A veces pienso que es indiferencia. No tener la suerte inmensa de ver a los demás como personas y sentirse unido a los pobladores de este mundo como si fueran familiares lejanos.
Pero después me digo que este es un motivo débil, que tiene que ir reforzado por algo mucho más duro. Y solo se me ocurre que ese algo sea el odio.
Sal a la calle, camina por una vez entreteniéndote en mirar a tu alrededor, a la gente que camina contigo.
Las mamás, los papás, los niños, los estudiantes, los trabajadores, los ancianos...
Son personas a las que conoces, con las que charlas, que encuentras a menudo en un sitio determinado aunque nunca hayáis hablado. Y esos otros a los que ves hoy por primera vez. Y ahora dime,¿los odias?. ¿Por qué?
¿Como es posible que seas capaz de empuñar un arma y disparar, coger un camión y atropellar, hacer detonar una bomba y mutilar?.
¿En ese momento no pasa por tu cabeza la imagen de unos padres que pierden a su hijo adolescente?.
Ese chaval estudioso, buen hijo y buen amigo. La luz de sus días. Una vida incipiente con un futuro brillante.
Alguien que podría haber sido médico e inventar una cura para el Alzheimer.
Estaba allí con su grupo de amigos. Jóvenes, sanos y alegres que iban a pasar una noche divertida viendo a su cantante preferida.
Nuestro médico está acompañado de esa chica a la que le brillan los ojos cuando le mira. Hablan poco, se miran hasta el infinito y tiemblan con el roce de sus manos.
Y ella podría haber enriquecido el mundo con su talento. Haber hecho su aportación a la belleza con sus increíbles cuadrados estilo Naif (nuestra Frida Khalo particular).
Y con cariño entrañable les mira su mejor amigo. Ese que dedica su tiempo libre a ayudar a los necesitados de su ciudad. Ese futuro trabajador voluntario de Médicos Sin Fronteras que ayudaría a cientos de personas en un hospital de Yemen.
Todos esos futuros perdidos, todo ese sufrimiento añadido a los que ya soporta este mundo.
¿POR QUÉ? 
¿PARA QUÉ? 

Quizá por un segundo, unas bestias implacables sedientas de sangre, han satisfecho su instinto asesino. 
El monstruo estará tranquilo por un tiempo. Hasta la próxima vez.

domingo, 21 de mayo de 2017

El mundo mágico

¡No fluye! Estaba escribiendo un post sobre las nuevas tecnologías pero no fluye.
No puedo escribir si sale de la cabeza, solo puedo hacerlo si contacto con mi interior y sale del corazón.
Utilizaba mucha palabrería para explicar que llegue mayor a las herramientas informáticas. Es inútil, ¿veis?. Esta dicho con una frase.
Tengo que corregir mi tendencia a quedarme colgada de mi pasado y tener siempre la necesidad de explicar la "canción triste" que ha sido mi vida.
Me es terriblemente difícil mirar hacia adelante porque la mochila de recuerdos pesa mucho. Se desarrollan vicios que es muy complicado enmendar, sobre todo la tendencia a sentir pena por uno mismo. Pero os prometo que estoy intentando corregirlo. ¡Me comprometo!.
Sí puedo aprovechar algunas cosas del otro post. Por ejemplo explicar que mi memoria es como una gran base de datos. Es mi Wikipedia particular.
Pero ya sabéis la teoría de la habitación de Sherlock Holmes.
La memoria es una gran habitación y depende de como organizas la información dentro la tendrás disponible rápidamente.
Pero si en cambio la atiborramos con datos inútiles no habrá sitio para los importantes.
Por eso cuando estos datos que manejas en un momento determinado ya no son útiles se convierten en ese jersey que te has puesto solo una vez en tres años pero que te quita sitio en el armario.
Se impone pues, hacer una limpieza de tanto en tanto. Cosa que para Sherlock Holmes sería muy fácil pero para mi no.
Por ejemplo, tengo una tonta habilidad para recordar números de teléfono. Trabajé en una empresa de la que salí hace once años pero todavía puedo recitar el número.
Por eso a veces tengo cortes en las ruta de acceso a algunas informaciones. Con Internet puedo, en segundos, parchear la parte del código que me falta. Porque, como buena obsesiva compulsiva, estaré horas dando vueltas para recordar un nombre o un fecha que toco con las puntas de los dedos pero que no puedo agarrar.
Estuve mucho tiempo intentando decidirme a iniciar este Blog. No tenía idea de como hacerlo. ¡De repente tomé la decisión, empecé! Pues bueno, hasta ahora tres meses después, no me he decidido a cambiar el diseño. ¡Tenía miedo de perder la información, de estropear algo!
He acometido una obra faraónica para procurar reconstruirme por dentro a partir de que encontré las ruinas de quien yo era en realidad.
Pero primero hay que hacer un trabajo arqueológico, hay que recuperar las piezas dispersas y restaurarlas. Una vez hecho esto hay que limpiar el solar de los restos del edificio que ocupaba ese lugar antes.
Como última fase tengo que volver a interpretar los planos originales y volver a iniciar un proyecto de persona que se torció y distorsionó por el camino.
Aún estoy en la fase arqueológica. Pero Twitter me está ayudando en eso porque, sin darme cuenta, se impone el instinto primigenio de mi personalidad pérdida. Al principio algunas de mis acciones me avergonzaban y me sorprendían. Siempre he sido muy tímida y reservada. Ahora ni intento contenerlas.
Es un descubrimiento constante de cosas que pensaba que nunca me atrevería a hacer.
Afortunadamente conservo intactas una parte de la inocencia y la capacidad de sorpresa de la niñez y todo este mundo de las redes sociales me maravilla. Es como si hubiera entrado en el armario y estuviera en Narnia.
Siempre digo que soy perseverante pero no paciente. Puedo dedicarme en cuerpo y alma a un proyecto pero luego no tengo paciencia para esperar el resultado, lo quiero ¡ya!
Además soy una insatisfecha por naturaleza (ehhhhhh ¡mal pensados!). Consigo lo que me propongo e, inmediatamente, quiero más... Nunca me conformo.
Y eso, para mi, es la parte negativa de las redes sociales. Te da el aperitivo pero te niega el festín y eso como comprenderéis, para una personalidad como la mía es una tortura constante. Además soy depresiva y un punto autodestructiva así que, por momentos, me dejo llevar por el desaliento. Primero me enfado conmigo, me castigo.
Luego decido dejarlo todo y borro cosas que he compartido. Me siento decepcionada por los demás (sentimiento residual de mi pasado que no consigo eliminar) y adopto la postura de siempre en estos casos: "No necesito a nadie, yo sola puedo".
Pero como después de la tempestad siempre viene la calma, cuando se me pasa vuelvo a ser la de siempre.
En fin, ¡al final a fluido! ¡He contactado conmigo!.
Espero que con esto me conozcáis mejor pero que no me juzguéis. Cada uno es como es.


miércoles, 17 de mayo de 2017

In-Solidaridad

Por petición popular escribo este post.
Por cierto, no quiero ser exigente pero...¿dos votos en mi encuesta? ¡Por dios me siento ignorada chicos! De este trauma vosotros seréis responsables.
Entrando en materia, os he mentido. Lo siento pero esos dos votos me dan patente de corso. Esto no va de solidaridad si no todo lo contrario, de insolidaridad.
¡Ah! Como dice un compañero mío "haber elegido la B" (va por ti Gabriel).
Este será el segundo post en la historia de este Blog donde voy a insertar fotos. Serán imágenes duras, durisísimas algunas, pero no me voy a preocupar por herir vuestra sensibilidad. Las veis todos los días y he podido comprobar que, ni han aumentado las visitas a los psicoterapeutas (¿digo bien Yolanda?), ni se han colapsado las webs de Unicef o Save the children (¿tengo razón chicos?), ni ha petado Twitter con mensajes de indignación. Como ya sabéis que soy de "toda acción tiene una reacción" y como buena analista que soy, llego a la conclusión que, la sensibilidad, no es precisamente una virtud de la que podamos presumir.
Primero os daré algunos datos de los que podéis saber más a través de las citadas webs de Unicef o Save the children.
Siria: en siete años años de guerra han muerto,solo en 2016, 600 niños por causas directamente relacionadas con el conflicto armado. La mayoría de las víctimas infantiles lo han sido por ataques a hospitales (Médicos Sin Fronteras), colegios o bombardeos sistemáticos sobre la población civil.
En esta guerra sucia se han utilizado bombas de racimo, armas químicas y todo lo que está prohibido por la totalidad de las Convenciones Internacionales desde la I y II guerras mundiales.






Alepo fue una bellísima e histórica ciudad que ha sido reducida a escombros donde, los pocos pequeños que permanecieron allí, vivían bajo tierra para poder preservar sus vidas.



Esto ha provocado que miles de personas huyeran para poder salvar sus vidas y las de sus familias. 
Mediterráneo, fosa común:  en el primer trimestre de 2017 casi 1200 personas han muerto intentando llegar a las costas europeas (Proactiva).  Y esos han sido los afortunados que acabaron en barcos o pateras después de realizar un viaje infernal para caer en manos de los traficantes libios. Allí, en Libia, han sido secuestrados, torturados sin comida ni agua y golpeados a diario. Las mujeres han sido violadas sistemáticamente y los niños han desaparecido para ser prostituidos como poco. (Para saber más: "La nueva Odisea" de Patrick Kingsley). 
Una vez dentro de las pateras, los dejan en mitad del mar con teléfonos móviles que no funcionan, chalecos salvavidas que no sirven, en plena noche y sin saber donde están. 
Y mientras ONG'S como Proactiva dedican su vida a pedir vías seguras y a salvar a todos los que pueden, son atacados por los guardacostas libios y por los intereses económicos de FRONTEX.




Nigeria: todos hemos oído hablar de Boko Haram. Si, esos que secuestraron a más de 200 niñas para convertirlas en esclavas sexuales de sus tropas. Pero, para mi Boko Haram es el motivo por el que, por primera vez en mi vida, creo en el demonio. 
Son un grupo oscuro y secreto, del que se conoce poco, de asesinos y torturadores unidos con la excusa de intereses religiosos comunes. En realidad son la más pura expresión de la maldad absoluta. 
No daré más datos porque no serían fidedignos y me comprometí en hacer un informe sobre ellos que publicaré en algún momento. 

Hambrunas: Yemen, Somalia o Sudán del Sur han sido declaradas por la OMS en situación de hambruna. Cuando vemos las fotos de los niños que sufren desnutrición solo vemos a un pequeño muy delgadito pero esto tiene unas secuelas físicas y mentales terribles y llegados a determinado punto, irreversibles. En esto deberíamos pensar cuando los vemos:




Creo que ésto no necesita más comentarios. 
De esta situación tienen la culpa la sequía, las guerras y la pobreza. Pero no hay que pensar que no somos culpables de todo esto. De la sequía no se, tendría que investigar. Pero de las guerras y la pobreza solo es responsable la codicia del primer mundo. 
En fin, esto es solo un pobre resumen. Mis chicos de Unicef me dirán que me dejo un millón de cosas importantes pero la base de datos de mi memoria no da para más. 
Y ahora vosotros sed sinceros, no queráis quedar bien con vosotros mismos que no conmigo, cuantos dedicáis cinco minutos al día en pensar en esto.¿Cuantos habéis hecho algo más que: "enviar un SMS con la palabra..."? 
¿Cuantos habéis publicado mensajes de indignación, de apoyo que fueran algo más que simple palabrería? 
No,¡¡soy una roca, no me vale ninguna excusa!!
Lo indiferentes, lo inconmovibles que podéis ser los usuarios de las redes sociales nunca dejará de sorprenderme. 
Pero claro os preguntaréis, la meapilas esta que nos está dando el sermón en realidad que hace.
Hago una millonésima parte de lo que es necesario. A mi hipoteca y crédito personal añado cada mes 100 euros para las cuatro ONG'S de las que soy socia. 
He colaborado en la edición del libro "El viaje de Ilombe"
También colaboro en la edición del libro "Hasta que estalló la guerra. Mujeres en la revolución siria" 
Intento que mis chicos de The Way Behind puedan realizar sus cortos en diferentes campos de refugiados. 

Hace poco hemos conseguido entre muchos el nuevo barco que necesitaba Proactiva. 

Tengo un perfil de Twitter que os invito a visitar:
https://twitter.com/LuisaVazquezVe3?s=09
Es muy poco, solo una micro ayuda comparada con lo que hacen los trabajadores humanitarios. Pero ya no tengo ni edad, ni conocimientos, ni estado físico para colaborar de la manera que yo querría. 
Y como final mi agradecimiento a:
Unicef, Save the Children, ACNUR, Proactiva, PotoPotoAfro, The Way Behind, Fundación Vicente Ferrer, Médicos Sin Fronteras... Y tantos otros que me dejo. ¡¡¡Perdón!!! 
PD: no os quejéis, os aseguro que puedo ser infinitamente más dura, debe ser que estoy cansada.

martes, 16 de mayo de 2017

Jungla de asfalto



Creo que la capacidad para empatizar con los demás es una de las mejores virtudes que podemos poseer. La empatía no es una unidad, es un conjunto. El que es empático es a la vez generoso, solidario, educado, cercano, abierto, buen oyente y mejor consejero. Ósea, ¡un completo!.
Recuerdo a un compañero de trabajo que siempre decía: "El sentido común es el menos común de los sentidos". Con la empatía pasa lo mismo. Siendo uno de los mejores méritos que conozco es el menos habitual entre las personas.
Me convertiré por un rato en observadora de los ciudadanos que circulan por nuestras calles. Como un ermitaño que a estado alejado del mundo durante toda su vida. ¿Que veo?.
Gente que camina, aparentemente, con un destino. Son como un GPS humano, "a cien metros gire a la izquierda" ¡y giran!. Se lleven por delante perros, ancianos o niños. Y si tienes la desgracia de estar en medio del trayecto del mercancías...¡peor para ti! Batacazo y ni una mano que te ayude ni un "disculpe ¿se ha hecho daño?. Llevo prisa y ni miro. Lo siento muchísimo".
El bólido sigue su camino derecho a la meta, que parece que le regalaran un Mercedes si llega el primero. Y tu te quedas allí con cara de incredulidad mientras recibes la mirada de otros transeúntes que piensan "que malo es el alcohol".
Después tenemos a los que van mirando el móvil y para los que no existen las barreras arquitectónicas ni, por supuesto, las carreteras. Los conductores depresivos de lunes por la mañana, que tienen la mala suerte de toparse con uno de estos sonámbulos conectados en un paso de cebra o semáforo en rojo para los peatones solo tienen una opción... ¡¡Parar!! porque el no va a hacerlo. Que no es cuestión de matar a alguien a las siete de la mañana. ¡¡Ya es bastante con tener que ir a trabajar!!.
Si sigo mirando veo a los paseantes de perros. Tengo la sensación de que, últimamente, las aspiraciones del ciudadano medio han cambiado. En los años 60 todos querían poseer un 600. En los 80 un ordenador. En el S.XXI deseamos tener un perro.
Las parejas que llevan años esperando para adoptar un bebé que no pierdan el tiempo. Se compran un perrito de esos que se quedan pequeñitos para siempre y, voila, inmediatamente el canino pasa a ser su bebé y van por ahí diciéndole: "Hazle caso a mamá, sube a la acera que te va a atropellar un coche". "Mira,viene papá, dale un besito".
Estos papás improvisados de perritos/bebés también pueden satisfacer sus ansias consumistas porque hay todo un abanico de posibilidades, vestiditos, abriguitos y hasta zapatos y cochecitos. ¡Pobres animales! Y después está ese invento infernal.¡¡Las correas extensibles!! Esas correas con las que el perro camina y la cuerda se estira hasta el infinito. ¡¡Por Dios!! no juego a la comba desde que era pequeña y ya no tengo edad para ir saltando cuerdas por ahí.
Los niños corren como corsarios en un abordaje y atacan a las plantas y al mobiliario urbano como al enemigo a batir. Y tú serás un daño colateral porque los papás no llamarán la atención a sus retoños, no sea que les causen un daño psicológico que luego les cueste una pasta en terapeutas.
Con cara mucho más amable miro a las parejitas de enamorados. Hasta aquí el romanticismo. Seré pueril, no digo que no, pero los espectáculos eróticos no deberían darse en mitad de la calle. Veo más útil grabar un vídeo y colgarlo en Youtube. ¡¡Que hay mini corsarios corriendo por ahí que no deberían ver esas cosas!! Si no sus papás tendrán que gastar la pasta que no que querían, en psicólogos.
Respecto a las faunas urbanas, dan colorido y originalidad a las ciudades y lo que más me gusta es que no les preocupa la curiosidad que despiertan.
También tenemos a los que se montan el botellón y la discoteca en plena calle. Estoy de acuerdo en que hay que ponerlas al servicio del ciudadano y que los jóvenes tienen que divertirse y no tienen dinero y todo ese drama pero, ¿de lunes a viernes? ¡Que los que trabajamos tenemos la mala costumbre de dormir por las noches... o cuando se puede!.
De los turistas no hablaré. Soy de Barcelona y he dejado de ir al centro. Una vez le dije a un amigo de fuera que me preguntaba, que los barceloneses vivimos en el extrarradio. En el centro...¡que locura!.
No digo más no sea que la Colau se enfade conmigo.
Después de este pequeño recorrido por la vida diaria de una ciudad cualquiera, mi ermitaño ha decidido volver a su cueva en lo alto de la montaña. Es mucho más fácil vivir allí. Se que soy mordaz. Llevo mucho avisando de eso. Pero se que mi visión del mundo que nos rodea no dista mucho de la realidad.


domingo, 14 de mayo de 2017

Teatro

En un post anterior os comentaba que siempre he sido la rara de mi familia. No me entendían antes y ahora, con el Blog, me entienden menos.
Sabéis, y si no os lo digo ahora, que tengo otro perfil de Twitter. Empecé por una inquietud de ayudar cuando se recrudecio la guerra de Siria y el drama de los refugiados tomó dimensiones apocalípticas. Colaboro económicamente con cuatro ONG'S pero siempre he pensado que acallar tu conciencia con dinero es miserable.
Por eso decidí que debía dar voz a los sin voz, hacerlos visibles desde mi micro tamaño. Al final mi contribución solo es visible con un microscopio electrónico pero, utilizar eso como excusa para no mirar, para no ver no es ético.
Llevo casi un año intentando remover alguna conciencia desde mi minúsculo receptáculo y dando todo mi apoyo a mis ONG'S.
Evidentemente resulta raro que el poco tiempo que tengo libre lo dedique, como dicen, "a estar colgada del móvil".  Y explicarles lo que intento hacer me hace sentir ridícula cuando a cambio recibo su mirada de incredulidad.
Y ahora con el Blog, ¡¡olvidaros!!. Si les enseñara la felicitación del Rey de España me seguirían mirando como si solo estuviera perdiendo el tiempo en tonterías.
No negaré que me duele un poco todo esto pero, al final, he tenido casi una vida para acostumbrarme. Y, evidentemente, ni he cambiado ni cambiaré un ápice mi manera de ser.
De todas maneras conseguí una victoria moral con parte de mi familia y amigas. Les hice aficionadas al teatro.
Para mi, el teatro es la expresión artística más cercana para los consumidores de cultura.
Recuerdo la primera vez que asistí a una función. Yo tenía 18 años, fui con una amiga a la que perdí el rastro hace ya mucho tiempo. Mi bautizo de fuego fue lo más espectacular que se puede tener.
Año 1984, Compañía Nacional de Teatro Clásico, director Lluis Pascual. "Luces de Bohemia" de don Ramón Maria del Valle-Inclan. Y como protagonista el más grande Máximo Estrella que a dado la farándula de este país, José María Rodero.
Tengo que ser justa y decir que yo ya me había vuelto adicta al teatro gracias a la primera cadena de Televisión Española, uno de los dos canales que teníamos en aquella época. Allí pude ver al mismo Rodero, a José Bodalo, Manuel Alexandre...
Ósea, lo más granado del universo actoral, en una versión memorable e inolvidable de "12 hombres sin piedad". ¡¡Así quien no se aficiona!!
Yo ya estaba entregada pero, la experiencia de mi primera obra me hizo adicta y proselitista porque es ese tipo de sensaciones tan placenteras que sientes la necesidad apremiante de compartirlas y que los demás las disfruten también.
Una de las primeras obras que vimos juntas fue "Flor de nit" de la compañía Dagoll Dagom.
A esta le han seguido infinidad más, vistas en compañía o sola. Unas me han gustado más y otras menos. Unas me han transportado y otras me han hecho llorar porque era la única manera de liberar la satisfacción. Ósea, mi síndrome de Stendhal particular.
Pero por muchas que haya visto, cuando elijo un título en la cartelera, disfruto desde el momento en que busco asiento y compro mi entrada.
El ritual siempre es el mismo, entrar en la sala con el resto del público, ocupar mi butaca y mirar el escenario tapado por el telón. Eso me hace sentirme importante, transportada a otras épocas inmemoriales. Me quedo allí sentada,esperando, con la inquietud de alguien que va a vivir un acontecimiento importante. Expectante y curiosa, como un niño que va de excursión por primera vez.
Y cuando se apagan las luces del patio de butacas y se encienden los focos, hasta las motas de polvo atrapadas en la luz parecen moverse más despacio. No se si le pasa a todo el mundo pero yo noto un olor especial.
En ese momento, la magia del teatro atrapa todos mis sentidos. Mi vista y mi oído están alerta para que ningún movimiento, ninguna palabra, ninguna expresión de los actores, ningún sentimiento se me escape. Pierdo la noción del tiempo y me mimetizo con la historia. A veces hasta me escuecen los ojos de no parpadear.
Y cuando se acaba, la sensación de satisfacción me dura mucho tiempo.
Supongo que esto que os he explicado aquí es común a todos los aficionados. A los que no lo son, espero que mi experiencia sirva para animarlos a probar.

jueves, 11 de mayo de 2017

Los hombres de las mil caras

Escribí un post esta mañana. Lo iba a colgar pero he cambiado de opinión.
Sabéis, creo que las personas estamos hechas de muchas capas, como las cebollas (perdón por lo prosaico de la comparación). Tenemos mil caras. Algunas nos son familiares porque pertenecen al disfraz que vestimos de forma cotidiana. Pero esas pertenecen a la capa de la superficie. Conforme vamos quitando pieles y nos vamos adentrando en lo oculto, se vuelve cada vez más oscuro. Acabamos conociéndonos de manera superficial, igual que a los demás, porque, al final, nos asustamos cuando rascamos la envoltura de nuestro yo más profundo. Así que nos lo ocultamos a nosotros mismos y, con más motivo, al prójimo.
Las situaciones a las que nos enfrentamos a lo largo de nuestra vida nos revelan, cada vez, aspectos de nuestra personalidad que desconocíamos. Podemos conjeturar e incluso asegurar que haríamos ante un hecho puntual que, probablemente, no sea difícil que se nos dé en nuestra cotidianidad. Ahora, afirmar rotundamente cual sería nuestra reacción ante hechos brutales que vemos cada día en los informativos y que les pasan a otros es como asegurar que sabemos el número que saldrá en la lotería de mañana.
Ahora intentaré hablaros de mi porque sería presuntuoso generalizar. Os mostraré una parte de mi superficie. No toda porque si no perderíais interés por mi y eso, una mujer, no lo hace nunca.
Lo profundo, bueno, eso es desconocido para mi. Cuando me acerco es tal la sensación de tristeza y desamparo que salgo corriendo. Probablemente nunca seré capaz de zambullirme completamente en la negrura porque me asusta demasiado no salir indemne.
Os habréis fijado que me encanta escribir. Cuando lo hago es exactamente igual que cuando hablo.
No tengo capacidad para aparentar lo que no soy ni para mentir. Incluso a veces creo que doy demasiadas explicaciones que, a menudo, no me dejan en buen lugar.
Voy por el mundo demostrando una seguridad que no tengo el 90% de las veces.
Soy tímida pero, a la vez, completamente visceral. Cuando algo me enfada soy iriente y mordaz. Y cuando me pasa algo grave vuelvo siempre a ser la niña desvalida, abandonada, que tenía que afrontar situaciones que sobrepasaban su capacidad infantil pero que no le quedaba más remedio que enfrentar.
Me dejo ganar por el desánimo, la depresión, el pesimismo. Me acurruco, apago la luz y pienso en el hombro de mi madre, aquel paraíso donde los problemas no existían, donde todo era seguridad.
Pero como la vida obliga, todo eso lo vuelvo a encerrar en el pozo negro y profundo. Emerjo a mi superficie, hago lo que tengo que hacer y sigo adelante en ese lugar, arriba del todo.
Por eso no publicaré el post de esta mañana, porque estaba escrito desde un lugar que debe quedarse solo para mi.

domingo, 7 de mayo de 2017

Hijos ingratos

¡¡Bueno, voy como un expreso, a toda máquina!! Tengo dos posts en la cabeza y tengo que soltarlos, si no me ocupan mucho sitio en el disco duro que no tiene demasiada memoria RAM!!
Elijo este primero por ser el día que es y porque, hablando con mi hermana (que es la mejor madre de generaciones pasadas, presentes y futuras. Lo siento por las demás. ¡¡Es así!!) me di cuenta de como somos los hijos.
Así que esta entrada no va tanto de la abnegación de las madres, tema que me duele especialmente, como de la ingratitud de los vástagos.
No tengo problemas para incluirme dentro de este grupo porque, si hacemos una revisión de nuestras conciencias, hasta la madre Teresa de Calcuta o San Ignacio de Loyola fueron desagradecidos con su madre alguna vez.
Hago un inciso: que nadie me diga que tiene una mala madre, esas no están incluidas aquí porque no son madres, son "paridoras".
Voy a escribir en género neutro porque ahora la línea que separaba las adolescentes de los adolescentes casi ha desaparecido. Cuando yo era cría tenía una serie de obligaciones que ya casi ninguna niña tiene. ¡¡Pero, señoras y señores, el objetivo era pasar a los jóvenes del lado de las jóvenes no al revés!!.
El caso es que las mujeres de hoy en día han incorporado a su cargada agenda de amas de casa, madres y esposas, una profesión. ¡Encima!
Ósea, hemos pasado de días de 24 horas a días de 48.
Y ahora utilicemos una de esas imágenes mentales que a mi tanto me gustan.
Esa Señora que sube las escaleras con cuatro bolsas (pagadas en el super, las bolsas me refiero, que ahora hay que pagarlas) llenas y que pesan, como decía un profe que yo tenía, "más que un mulo muerto".
La Señora escala las escaleras de un cuarto piso sin ascensor como un sherpa el Everest mientras los Duques, ósea sus chavales, están tumbados en la cama escuchando música, jugando a la Play o hablando con los amigos por WhatsApp. Y cuando ésa amada sherpa consigue hacer cumbre, ¿que dicen los duques?:
"Mamá, no has comprado Coca Colas"
"¿Por qué no has comprado los yogures desnatados? ¡Estos engordan, te lo digo siempre y nunca haces caso!"
Olvidaros, la frase "el amor es ciego" se acuñó para las madres, no para las parejas. ¡¡Ninguna aguanta esto!! Y si lo hace... 016 teléfono de la mujer maltratada.
Vayamos a otra imagen mental. Señora con pañuelo en la cabeza, delantal y plumero (¿mis imágenes son un poco antiguas? Pues si no os gustan, aguantaros), pelo revuelto como soldado en el desembarco de Normandia. Y en el sofá, esos benditos chavales con una bolsa enorme de patatas y latas de refrescos sin posavasos dejando migas y cercos por todas partes. ¿Y que oye el valiente soldado al pisar la playa?:
"¡¡¡Mamá, limpia el sofá que hay migas y me pican!!!"
¡En fin!, tanta imagen mental me agota. Yo no soy Nero de "Matrix".
Lo que quiero decir con todo esto (¡lo se! estoy graciosita, pero que vamos a hacer, debe ser la primavera), es que vuestras madres no son vuestras esclavas.
Y poniéndome seria y sentimental, ellas son lo mejor que tenemos en el mundo. Nunca jamás una pareja podrá hacer por nosotros lo que una madre hace o está dispuesta ha hacer.
Con el tiempo la perderéis y, indiferentemente de la edad que tengáis y con quien esteis, os sentiréis huérfanos y solos el resto de vuestra vida.
Por cierto hermanita, no le enseñes esto a los peques. Como decíamos, el disgusto momentáneo no compensa el poco tiempo que dura la culpa.
¡¡Ep!!¿que pasa?. Las tías somos las madres sustitutas. Pero de eso ya hablaremos otro día.

viernes, 5 de mayo de 2017

Bailarines a lo Milán Kundera

¿Me permitís ser irónica? ¡Ep! Sin quejas que voy a intentar utilizar un 20% de mi capacidad para la ironía.
El otro día (expresión que utilizamos los españoles y que puede significar ayer, la semana pasada o incluso el año pasado) estaba yo repasando una cosilla que me habían publicado en El País. En aquella época estaba inmersa en la lectura de "La lentitud" de Milán Kundera que, aunque es un libro cortito, da muchísimo para reflexionar.
Lo que escribí allí es una mínima parte de las sensaciones que ese libro me provocó. Pero, lo que recuerdo claramente es una imagen mental que me acompañó permanente mientras disfrutaba de esta tremenda sátira condensada en 168 páginas.
Pensemos en un actor cuando está actuando en el escenario. Las luces de los focos le impiden ver el patio de butacas desde su posición. Delante tiene una pared negra, pero esa pared está viva, respira, mira, siente y comparte.
Esa es la imagen pero con una sutil diferencia. Al final, se encienden las luces del patio de butacas y el actor recibe su recompensa. Ve caras de admiración, de emoción, de agradecimiento. Oye los aplausos y los bravos.
Algunos, que nos movemos en las redes sociales con un objetivo, somos como ese actor en el escenario. Tenemos un espía que nos dice que el público nos ve pero no recibimos lo mismo de esa pared negra. Sentimos la mirada y la respiración de los voyeur que espían desde detrás de las cortinas y de tanto en tanto alguno nos saluda con la mano.
Es como el cowboy John Wayne que recorre la polvorienta calle principal de Deviltwon para enfrentarse a su rival mientras siente sobre si la expectación de los ciudadanos escondidos tras las ventanas.
Un inciso:¡¡Uff...!! Tremendo esfuerzo me esta costando esto. Camino por la cuerda floja.
No puedo quejarme de las visitas a este Blog. Cuando lo inicié pensé que lo leerían solo mi familia y mis amigos porque me quieren y que una entrada reciba 10.000 visitas es algo que nunca podría haber soñado pero... Siempre hay un "pero",¿no?.
Los que nos exhibimos desnudos delante del mundo también necesitamos algo de calor humano, una palmada en la espalda, un "lo estas haciendo bien".
Tengo que confesar que tengo dos perfiles en Twitter pero uno de ellos solo pretende ser un minúsculo intento de ayuda para mis seres queridos: Unicef, Médicos Sin Fronteras, Amnistía Internacional, Save the Children, ACNUR, Proactiva, PotoPotoAfro.
Y en este perfil es donde noto especialmente esa indiferencia. Porque a mi personalmente, por el tipo de vida que me ha tocado vivir, hay una cosa que me duele por encima de todo, la invisibilidad.
Publicar twitts con historias tremendas y no recibir la más mínima reacción agota como poco.
Todo este lloriqueo que estoy volcando hoy aquí, como habéis podido comprobar, solo es una demanda de atención, es la pataleta de mi parte de niña para que me hagan caso, para recibir un caramelo y una caricia.
De todas maneras, como soy una persona empática por naturaleza, pienso en los que se mueven mimetizados en las redes sociales, con los que podemos hacer un viaje turístico por sus vidas desde que se levantan hasta que se acuestan. De los que vemos fotos de lo que comen, con lo se visten. Leemos crónicas de su día a día, minuto a minuto y pienso si recibirán el mismo tratamiento por parte de su público.  Espero que no porque, en ese caso, la invisibilidad es aún más cruel.
Bueno, este post me ha salido menos irónico y más resentido de lo que pretendía. Pero ya sabéis que no controlo lo que escribo. Pido disculpas si alguien se ha sentido ofendido.


miércoles, 3 de mayo de 2017

Exorcismo

He decidido hacer un exorcismo con mi propia alma. No va a ser un ejercicio fácil pero espero que me acompañéis en el viaje.
Quien haya leído alguno de mis posts habrá notado que siempre hablo de mi madre pero nunca de mi padre. Lo tuve, no os vayáis a creer, pero la época en la que estuvo conmigo está guardada en la caja de Pandora.
Por eso he decidido realizar este exorcismo y abrir la caja.
Mi padre era el típico hombre educado en los años 40. El hombre provee, la mujer cuida de la casa y los niños. Nunca permitió que mi madre trabajara aunque, con lo que el proveía no nos llegaba para poder comer. Gracias a que mi madre, como todas, hacía milagros, nunca pasamos hambre. El no era de los que se preocupaban de que a sus hijas no les faltara de nada.
Mi padre era un enfermo crónico desde los 18 años, tenía una enfermedad pulmonar. Pero eso solo era su enfermedad física.
Su alma estaba enferma desde siempre, con esa enfermedad que aqueja a los que han sufrido y presenciado malos tratos desde pequeños. Que no ha recibido amor ni cuidados jamás.
Y creo que eso le hizo ser un mutilado emocional. No fue querido, no sabía querer.
Yo le amaba en un 50%, el otro 50% lo ocupaba el temor que me provocaba.
Pero eso solo duro el corto periodo de mi niñez. Yo crecí muy rápido y cuando lo hice, el amor creció y el temor se convirtió en pena, en misericordia.
El era un hombre débil dominado por sus vicios. ¡No os escandalicéis! Soy realista, a las cosas hay que llamarlas por su nombre, era un alcohólico crónico que no cuidaba de su salud por el bien de su familia, al menos.
Esto provocaba que perdiera el empleo constantemente y nuestra situación económica, como ya he dicho antes, fuera, como poco, precaria.
Además, el poco tiempo que estaba en casa, ósea el que jugar a las cartas y sus amigos del bar le dejaban, era una guerra. Una batalla campal de gritos y objetos volando. Y eso que mi madre no le recriminaba prácticamente, pero bastaba un gesto, una lágrima para que se desatara la II guerra mundial.
Lo que si tengo que aclarar desde ahora es que nunca nos pego ni a mi madre ni a nosotras.
Cuando llegué a la adolescencia los malos hábitos y su enfermedad habían hecho mella en él y ya no había peleas en casa. Dejo de trabajar y empezó a cobrar una pensión ridícula.
Se quedó sentado ante una mesa, con una botella de vino barato al lado y un cenicero y un paquete de cigarrillos delante, y se consumió.
Nosotras intentamos de todas las maneras posibles que cambiara de actitud, pero sólo conseguíamos que se enfadara y su comportamiento empeorara.
De repente una noche, después de una discusión, cuando el tenía 50 años y yo 24, decidió que ya no quería seguir y se suicidó.
Papá: fui tu machito, el hijo varón que nunca tuviste, tu bastón, tu apoyo, tu sustituta. Me pediste que nunca me fuera de tu lado y aquí me tienes. Siempre vivirás en mi pensamiento porque, a pesar de todo,  te adoro.


lunes, 1 de mayo de 2017

Si Dios no existiera



Judíos, musulmanes, cristianos, homosexuales, transexuales, mujeres, blancos, negros, amarillos, sunitas, chiitas... ¡¡Persecución, discriminación, matanzas, violencia!!
¿Por qué? Supongo que todos nos hemos preguntado alguna vez de donde sale, donde nace el odio del hombre hacia otros hombres que los lleva a involucionar de seres racionales a bestias sanguinarias y crueles.
La masa es impredecible como el mar que, de la calma chicha más absoluta, pasa a la tempestad bíblica de un día para otro.
Odiamos de repente y de manera caprichosa a otras personas solo porque son diferentes de nosotros.


Lo gris, la uniformidad, los comportamientos clonados nos tranquilizan, nos hacen sentirnos bien. Seguros en un universo artificial que no hace vibrar nuestras conciencias, esa información genética que llevamos incorporada.
Pero en el inconsciente, en lo más recóndito de nuestro cerebro, en una parte infinitesimal de nuestras almas hay algo que nos hace sentirnos mal ante estos sentimientos injustificados de odio hacia los demás.
Entonces corremos a buscar una razón poderosa que justifique esos instintos pérfidos y acálle ese malestar parecido a una indigestión. Y echamos mano del recurso más fácil: son malos, quieren acabar con todo lo bueno que hay en el mundo.
Porque, por supuesto, al perseguidor le asiste la razón. Es el defensor de la humanidad, el elegido para acabar con ese demonio con rabo y cuernos que amenaza con acabar con todo lo más sagrado, los pilares donde se asienta nuestra civilización.
Ahora hagamos una introspección y volvamos a cuando eramos células. Cuando no había leyes, pecados, moral, conciencia, remordimientos. Y desde ahí miremos la tela de araña que hemos creado a nuestro alrededor, formada por prejuicios, intolerancia, culpa, puerilidad, miedo... y que pensamos que nos protege. ¿De donde sale esa convicción?
Saramago decía: "Porque nos morimos hemos inventado a Dios", y de esta invención primigenia cuelga toda esa tela de araña. Probablemente si fuéramos inmortales y Dios no existiera, muchas de esas leyes que hemos creado como muro defensivo ante las ideas divergentes no existirían.
Pero si seguimos meditando y tenemos el valor de buscar en nuestro interior la causa del miedo que nos conduce a la violencia contra nuestros semejantes solo porque no son semejantes, encontraremos que sólo es el temor a que nos demuestren que estamos terriblemente equivocados.

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