martes, 23 de mayo de 2017

Desesperanza

Acabo de leer sobre el atentado del Manchester Arena. Me invade el estupor en un principio. Y no porque no estemos acostumbrados a este tipo de noticias si no porque siguen ocurriendo una y otra vez.
No se si voy a tener capacidad para poder explicar aquí, para haceros sentir conmigo, lo que le ocurre a mi alma, a mi corazón cuando veo cosas así.
Lo voy a intentar porque tengo una necesidad imperiosa de gritar y este es el medio más cómodo para llegar a vosotros.
Me asombra la capacidad para dañar al prójimo. A veces pienso que es indiferencia. No tener la suerte inmensa de ver a los demás como personas y sentirse unido a los pobladores de este mundo como si fueran familiares lejanos.
Pero después me digo que este es un motivo débil, que tiene que ir reforzado por algo mucho más duro. Y solo se me ocurre que ese algo sea el odio.
Sal a la calle, camina por una vez entreteniéndote en mirar a tu alrededor, a la gente que camina contigo.
Las mamás, los papás, los niños, los estudiantes, los trabajadores, los ancianos...
Son personas a las que conoces, con las que charlas, que encuentras a menudo en un sitio determinado aunque nunca hayáis hablado. Y esos otros a los que ves hoy por primera vez. Y ahora dime,¿los odias?. ¿Por qué?
¿Como es posible que seas capaz de empuñar un arma y disparar, coger un camión y atropellar, hacer detonar una bomba y mutilar?.
¿En ese momento no pasa por tu cabeza la imagen de unos padres que pierden a su hijo adolescente?.
Ese chaval estudioso, buen hijo y buen amigo. La luz de sus días. Una vida incipiente con un futuro brillante.
Alguien que podría haber sido médico e inventar una cura para el Alzheimer.
Estaba allí con su grupo de amigos. Jóvenes, sanos y alegres que iban a pasar una noche divertida viendo a su cantante preferida.
Nuestro médico está acompañado de esa chica a la que le brillan los ojos cuando le mira. Hablan poco, se miran hasta el infinito y tiemblan con el roce de sus manos.
Y ella podría haber enriquecido el mundo con su talento. Haber hecho su aportación a la belleza con sus increíbles cuadrados estilo Naif (nuestra Frida Khalo particular).
Y con cariño entrañable les mira su mejor amigo. Ese que dedica su tiempo libre a ayudar a los necesitados de su ciudad. Ese futuro trabajador voluntario de Médicos Sin Fronteras que ayudaría a cientos de personas en un hospital de Yemen.
Todos esos futuros perdidos, todo ese sufrimiento añadido a los que ya soporta este mundo.
¿POR QUÉ? 
¿PARA QUÉ? 

Quizá por un segundo, unas bestias implacables sedientas de sangre, han satisfecho su instinto asesino. 
El monstruo estará tranquilo por un tiempo. Hasta la próxima vez.

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