domingo, 8 de octubre de 2017

Profesión o vocación

Cuando se habla de vocación en una profesión a todos nos viene a la cabeza los mismos nombres, policía, médico, bombero, sacerdote...
Pero puedo asegurar que algunos de estos profesionales son mucho menos vocacionales que otros que quizá no lo parezcan. He sufrido médicos de familia que estarían mejor y serían más felices haciendo cualquier otra cosa.
Por eso se que resulta raro que yo diga que mi profesión, a parte de un trabajo, es una vocación.
Soy analista químico y con 12 años ya había decidido que lo sería. Solo soy FPII (Grado Superior como se llama ahora) pero, tanto mis colegas de titulación como los Licenciados que he conocido padeciamos todos el mismo amor por esta especialidad.
Pero yo tengo una ventaja sobre los titulados universitarios y es que, mientras ellos están sentados en un despacho, yo permanezco en primera línea y por tanto, un laboratorio y todos las actividades que realizamos en él, son mi medio natural.
Y puedo asegurar que, por muchas veces que haya sido artífice o testigo de algunos de los procesos que puedo llegar a desarrollar, me siguen sorprendiendo y entusiasmando como el primer día. Porque, a pesar de saber la reacción química que se está produciendo en ese momento no deja de ser... ¡Magia para la vista!.
He tenido una vida profesional singular, que quizá me de para otro post ya que, muchas veces, cuando hago un repaso a mis casi 30 años de vida laboral, me doy cuenta de que, en muchos aspectos, soy una pionera. He desarrollado actividades en algunas Compañías que significaba ser la primera mujer en ese puesto desde su fundación.
Parece difícil una especialización porque, laboratorios hay en todas las empresas químicas, pero, curiosamente, yo me he especializado.
Por esas cosas del destino empecé trabajando en una fábrica de pigmentos inorgánicos para pinturas. Permanecí en ella 17 años y después de diferentes vicisitudes laborales que duraron 5 años, pasé a controlar pinturas en polvo.
En la actualidad y desde hace casi 6 años estoy en una empresa que fabrica colorantes para la ropa.
Por tanto, el color es mi elemento. Y puedo asegurar que es el sector más creativo y divertido de esta profesión.
Prendas de la marca Patagonia realizada con colorantes donde yo he tenido algo que ver.
Pero, aunque pueda parecer que mi ojo está educado para ver muchos colores, en realidad mis colegas y yo, lo que antes se denominaba "Coloristas", nos movemos en unos márgenes muy reducidos. Nuestro mundo de color se reduce al abanico que va del rojo al verde y del azul al amarillo porque, realmente, los colores sean los que sean, se mueven en este estrecho margen. 
Parecerá algo surrealista y por momentos complicado pero, yo no miro colores, miro matices.
Podría estar horas hablando sobre esto, una cosa extraña que se llama colorimetría y que utiliza una herramienta que lleva por nombre espectrfotómetro, pero creo que ha quedado claro que amo mi profesión y que, espero, convencer a alguno de mis dos sobrinos para que siga mis pasos y haga lo que yo no pude... ¡La carrera universitaria! Y ya de camino, hacer realidad mi otro sueño... ¡Dedicarse a la investigación! 
Espectrfotómetro 




Sensaciones y pensamientos sueltos

Tengo la costumbre de escribir textos cortitos que, como no dan para un post del Blog, los comparto en Twitter y Facebook. De repente pensé que tengo lectores que sólo acceden aquí y no están o no me siguen en las redes, así que, decidí dejar una muestra por si a alguien le interesa. Espero que gusten.
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