miércoles, 18 de octubre de 2017

Reseña: "Indomable"

Siempre me rindo ante la erudición de Antonio Orozco. Ante su extraordinario conocimiento de nuestra historia y su capacidad para explicarla de manera asequible, para que llegue a todo tipo de lectores, dándonos una imagen global de los acontecimientos pero, a la vez, haciendo un análisis exhaustivo de los personajes, que nos hace reconocerlos y reconocernos a la vez en ellos.
Pero, en esta novela, Antonio a ido más allá.
En una especie de visión paralela entre el pasado y el presente, se nos demuestra de manera clara y meridiana como España es un pueblo maldecido por la inevitable repetición constante de su historia. Estamos abocados sin poder evitarlo, a cometer los mismos errores una vez tras otras como si nos hubiéramos resignado a no avanzar nunca. Como si estuviéramos atrapados en un bucle, igual que el protagonista del film "El día de la marmota".
Fermín Salvochea 
"Indomable" es Fermín Salvochea, militar con convicciones republicanas federales. Toma parte en el alzamiento contra la reina Isabel II en 1868 (llamada Revolución de Septiembre) que supuso un intento de implantar, por primera vez, un régimen democrático en España.
Pero, como Antonio nos enseña en esta novela, fueron demasiadas corrientes políticas de idearios demasiado alejados entre si, las que se unieron contra un enemigo común. Evidentemente esto provocó que, una vez conseguido su objetivo, cada cual "arrimara el ascua a su sardina".
El sentimiento de desencanto y traición lleva a Salvochea a rebelarse contra el gobierno seudo democrático protagonizando el levantamiento republicano de la Sierra de Cádiz.
La novela, nos lleva de la mano a través de la línea de pensamiento de Salvochea y avanzamos con el hacía el radicalismo que le hace buscar un ideario coincidente con sus convicciones y convertirse al anarquismo.
Nos muestra como una persona puede ser completamente fiel y coherente consigo mismo.
Antonio me da una lección de historia, de vida y de honradez pero, en esta novela en concreto, y a tenor de los acontecimientos que estamos viviendo, me hace ver que seguimos desarrollando los mismos roles de antaño.
Gracias como siempre Señor Orozco, por hacerme un poco más culta y por enseñarme a analizar mejor los hechos de los que soy espectadora.


martes, 10 de octubre de 2017

La luz de mi camino

La vida es un camino sinuoso, por momentos completamente cerrado por ramas y matojos con los que tienes que luchar hasta la extenuación para poder avanzar tres pasos.
Hay veces que te regala una bóveda verde de árboles muy altos y una alfombra suave y húmeda para descansar los pies.
Pero gran parte del tiempo, caminamos por ese bosque tupido a oscuras, completamente a ciegas. Las zarzas te van dejando cicatrices profundas que duelen aunque haga tiempo que se han curado.
Hay personas que nunca consiguen llegar a un claro y se quedan en un lado del camino, ignorados por el resto de caminantes.
En cambio hay otros que, por suerte o habilidad, consiguen llegar al valle y hacen el resto del viaje iluminados por la luz del sol y reconocidos por sus semejantes. Algunos, incluso, se convierten en guías de otros peregrinos.
Pero, seamos unos u otros, a veces, ese sendero tan complicado que es la vida, te da una concesión en tu lucha constante y permite que un rayo de sol se cuele entre el follaje, te ilumine la cara y te acompañe el resto del viaje calentando tus pobres huesos cansados.
Eso le ha pasado a esta pobre maratonista. De repente, cuando más cansada estaba, cuando pensaba que había elegido el camino más difícil y que nunca podría ver el sol, sentí un calor en la cara que me costó reconocer porque nunca antes me había pasado. Me asuste al principio convencida de que estaba enferma. No podía creer que el espíritu del bosque me hubiera elegido para hacerme un regalo semejante, luz y calor en la parte más intrincada de la arboleda. ¡Pero sí, así era. Yo había sido la escogida!.
Capturé ese hecho extraordinario y lo encerré en mi corazón por si algún día desaparecía, porque, si te sientes tocada por un milagro como ese, te vuelves el más desgraciado de los mortales si algún día te abandona.
Afortunadamente me sigue acompañando y, cada día, su luz y su calor son más fuertes, de tal manera, que cuando me pueden las ganas de sentarme en una piedra y abandonar, solo tengo que buscar su reflejo entre las ramas o dentro de mi corazón, para que me inunden unas fuerzas que creía que ya no tenía.
Y ese milagro tiene nombre, dos caras preciosas y unas personalidades extraordinarias y por descubrir.
Se llaman Sergio y Alex, son mis sobrinos y le estaré eternamente agradecida a mi hermana por haberlos puesto en mi vida.
¡Os amo chicos!

domingo, 8 de octubre de 2017

Profesión o vocación

Cuando se habla de vocación en una profesión a todos nos viene a la cabeza los mismos nombres, policía, médico, bombero, sacerdote...
Pero puedo asegurar que algunos de estos profesionales son mucho menos vocacionales que otros que quizá no lo parezcan. He sufrido médicos de familia que estarían mejor y serían más felices haciendo cualquier otra cosa.
Por eso se que resulta raro que yo diga que mi profesión, a parte de un trabajo, es una vocación.
Soy analista químico y con 12 años ya había decidido que lo sería. Solo soy FPII (Grado Superior como se llama ahora) pero, tanto mis colegas de titulación como los Licenciados que he conocido padeciamos todos el mismo amor por esta especialidad.
Pero yo tengo una ventaja sobre los titulados universitarios y es que, mientras ellos están sentados en un despacho, yo permanezco en primera línea y por tanto, un laboratorio y todos las actividades que realizamos en él, son mi medio natural.
Y puedo asegurar que, por muchas veces que haya sido artífice o testigo de algunos de los procesos que puedo llegar a desarrollar, me siguen sorprendiendo y entusiasmando como el primer día. Porque, a pesar de saber la reacción química que se está produciendo en ese momento no deja de ser... ¡Magia para la vista!.
He tenido una vida profesional singular, que quizá me de para otro post ya que, muchas veces, cuando hago un repaso a mis casi 30 años de vida laboral, me doy cuenta de que, en muchos aspectos, soy una pionera. He desarrollado actividades en algunas Compañías que significaba ser la primera mujer en ese puesto desde su fundación.
Parece difícil una especialización porque, laboratorios hay en todas las empresas químicas, pero, curiosamente, yo me he especializado.
Por esas cosas del destino empecé trabajando en una fábrica de pigmentos inorgánicos para pinturas. Permanecí en ella 17 años y después de diferentes vicisitudes laborales que duraron 5 años, pasé a controlar pinturas en polvo.
En la actualidad y desde hace casi 6 años estoy en una empresa que fabrica colorantes para la ropa.
Por tanto, el color es mi elemento. Y puedo asegurar que es el sector más creativo y divertido de esta profesión.
Prendas de la marca Patagonia realizada con colorantes donde yo he tenido algo que ver.
Pero, aunque pueda parecer que mi ojo está educado para ver muchos colores, en realidad mis colegas y yo, lo que antes se denominaba "Coloristas", nos movemos en unos márgenes muy reducidos. Nuestro mundo de color se reduce al abanico que va del rojo al verde y del azul al amarillo porque, realmente, los colores sean los que sean, se mueven en este estrecho margen. 
Parecerá algo surrealista y por momentos complicado pero, yo no miro colores, miro matices.
Podría estar horas hablando sobre esto, una cosa extraña que se llama colorimetría y que utiliza una herramienta que lleva por nombre espectrfotómetro, pero creo que ha quedado claro que amo mi profesión y que, espero, convencer a alguno de mis dos sobrinos para que siga mis pasos y haga lo que yo no pude... ¡La carrera universitaria! Y ya de camino, hacer realidad mi otro sueño... ¡Dedicarse a la investigación! 
Espectrfotómetro 




Sensaciones y pensamientos sueltos

Tengo la costumbre de escribir textos cortitos que, como no dan para un post del Blog, los comparto en Twitter y Facebook. De repente pensé que tengo lectores que sólo acceden aquí y no están o no me siguen en las redes, así que, decidí dejar una muestra por si a alguien le interesa. Espero que gusten.
Mamá

 Papá
Trabajo 
Educación 

lunes, 2 de octubre de 2017

Llegó la noche

Hace un tiempo que no me apetece escribir, los acontecimientos de los últimos días me han superado. Me mantienen en un estado de alerta. Tengo una mezcla de sentimientos que van de la indignación a la tristeza pasando por el miedo y la intranquilidad. Una vez más, la vida me ha atropellado como un mercancías a toda máquina.
La incomprensión por la actitud violenta y cruel del ser humano contra el ser humano nunca me abandona pero, a veces, consigue matar una parte de mi alma. Y lo triste es que esta pobre alma es atacada con intención de asesinar a cada minuto.
Ver constantemente el sufrimiento, el miedo, la desesperación en la cara de niños, adolescentes, ancianos me duele como una herida abierta que no se cura nunca.
De repente me he quedado seca, seca de ideas, de entusiasmo.
Me hago mayor y, cada vez con más frecuencia, miro a mi alrededor y veo un entorno hostil. Cada día me siento más débil, más indefensa, como si mi fuerza para luchar, se fuera agotando como la batería del móvil. Mis defensas se han derrumbado y me he quedado desnuda frente al mundo.
A veces estoy muy cansada y mi incomprensión ante la incomprensión de los demás se profundiza.
Quizá mi paso se ha vuelto lento comparado con la carrera del mundo. Quizá estoy perdiendo mi capacidad para adaptarme.
Solo se que, con frecuencia la gente se convierte en una gran masa amenazadora y yo, que antes tenía el coraje de enfrentarme a lo que fuera, ahora me dejo vencer por el temblor de mi cuerpo, por un terror irracional a que esa masa sin alma, sin conciencia, acabe devorandome.
Los episodios de violencia vividos ayer en mi ciudad han agudizado todos esos sentimientos que llevan ya tiempo desarrollándose, lenta pero inexorablemente en mi interior.
Hoy me he despertado con una sensación de estupor, inseguridad, pena y miedo por el futuro que no consigo controlar, que no consigo dominar.
Solo soy una mujer sola de 53 años que lleva luchando 53 años y que empieza ha estar agotada.
Pido y deseo la comprensión del mundo y, sobre todo la de mi entorno. Si me veis más lenta, más insegura, más asustadiza y menos beligerante, puede ser que ya, para mi, haya llegado la hora de descansar un poco.

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