Un personaje totalmente anodino y pacífico se convertía en una suerte de matón agresivo y faltón.
Si cuando conducimos aprovechamos los semáforos o las caravanas para observar a los otros conductores nos daremos cuenta de que el habitáculo de nuestro vehículo nos da una sensación de intimidad totalmente ficticia.
Pensamos que nadie nos ve y hacemos las cosas más dispares. Y claro, nos sorprendemos y avergonzamos cuando descubrimos que alguien nos mira.
Lo mismo ocurre en Twitter y sitios similares.
Amparados por un nombre de usuario y por una aparente invisibilidad, individuos normales en su vida diaria se convierten en algo realmente peligroso.
No voy a entrar a hablar de acosadores, pederastas o usurpadores de identidad. De esos ya se ocupa la policía.
Pero hay otra fauna, aparentemente menos peligrosa, pero cuya actitud denota un comportamiento que raya en la psicopatía.
No sé si sus vidas son anodinas y carentes de emoción.
No sé si son gente gris, ignoradas por el universo y el destino. Aquellos que se mimetizan con el decorado y nadie ve hasta que hace un comentario desagradable, soez y de mal gusto, siempre carente del menor sentido del humor pero que al invisible parece hacerle mucha gracia.
No sé si son carencias andantes y tienen la necesidad de mantener la atención de los demás sobre él aunque sea un mísero minuto y aunque la reacción que despierten sea la de asco y desprecio.
No sé si son exibicionistas virtuales que muestran a los demás sus miserias intelectuales y su podredumbre moral.
Lo que sí sé es que aparecen de repente, por generación espontánea, como los champiñones. Y hacen ese comentario desagradable, generalmente lleno de mala intención, faltas de ortografía, insultos gratuitos y expresiones que rayan la ilegalidad.
E inmediatamente reciben la atención del resto de usuarios que comentan el Twitt.
Normalmente se convierten en blanco de todas las críticas, los insultos, las bromas. Y cuanto más se les ataque, más disfrutan, más satisfechos se sienten porque han conseguido lo que querían, lo que su adicción exibicionista les exige, la atención de los demás.
Me entristecen estas actitudes porque, muchas veces, la mayoría, éstas personas no piensan lo que escriben.
Pasan horas buscando en su mente calenturienta y oscura, las frases más escandalosas u ofensivas que pueden imaginar para, después, publicarlas.
Se traicionan como individuos y se convierten en prisioneros de su propia necesidad.
Éste Blog también a recibido el ataque gratuito de los guerreros sin nombre. El insulto fácil e innecesario. Y con ello destruyeron mi ingenuidad. A partir de ahí moderé los comentarios que se publican. Nunca impediré que aparezcan aquí críticas constructivas. ¡Las otras, que se las metan por el c...! No les daré la publicidad gratuita que andan buscando.
He oído muchas veces que los psicópatas asesinan y torturan pequeños animales al inicio de su actividad delictiva. ¿Quien dice que estos hambrientos de atención no sean futuros acosadores?
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