jueves, 20 de abril de 2017

Libros

Me costó mucho elegir el nombre del Blog básicamente porque tampoco sabía lo que iba a escribir en el.
Aún así decidí el nombre primero. Lo que escribo va surgiendo solo, sin pensar, casi como una escritura automática. Creo que la única cosa que nunca descansa es mi cerebro.
Bullen muchas ideas en mi cabeza pero, la mayoría de ellas me es muy difícil plasmarlas. Por eso cuando algo fluye, escribo. Sin barreras, sin pensar, sin releer, sin cambiar nada. Cuando paso a limpio el resultado es cuando intento ordenarlo porque, lo más probable es que, en algún momento, haya empezado a divagar. ¡¡Ósea, exactamente como ahora!!.
Hablaba del nombre del Blog, porque su intención siempre a sido representar un poco mi personalidad. Creo que lo conseguí.
Soy analista químico, lo soy por vocación aunque creamos que eso le pasa solo a los curas o los médicos. Es lo que quise ser desde pequeña y siempre arrastraré la frustración de no haber podido hacer la carrera. Pero lo que si puedo asegurar es que he disfrutado hasta el último segundo de los casi 30 años que les llevo dedicados a esta profesión.
Pero si algo no se le puede pedir a quienes nos dedicamos a esto es imaginación, creatividad. Nuestro lema es "toda acción tiene una reacción" y es lo único que encaja en nuestra mente cuadriculada y organizada. Aunque no os equivoquéis, la química no son matemáticas y dos y dos no siempre son cuatro.
Pero a lo que iba, nos gustan las artes, por supuesto pero no nos pidáis que escribamos un cuento, pintemos un cuadro o actuemos en el cine.
Una de las cosas que yo hago compulsivamente es leer. Es algo que descubrí muy joven, incluso antes de saber descifrar las palabras, y que me acompaña desde entonces. Mis libros son mi familia y los amo como tal. Acariciar su lomo, oír el crujido de sus páginas y oler la tinta y el papel para mi es un éxtasis. Cuando entro en una librería sin buscar nada en concreto es el Nirvana y cuanto más grande mejor. Yo no he sentido nunca lo que significa el flechazo con una pareja pero con los libros, lo siento cada vez que elijo uno en una estantería.
Los miro expuestos y no me atrevo a tocarlos, solo los repaso con la mirada y espero. De repente hay una portada, un título, color que me atrae poderosamente. ¡¡¡Y ese sí!!!. Lo toco, lo miro, leo la reseña y la primera página y si compruebo que ese flechazo no ha sido un espejismo el deseo de poseerlo se transforma en un amor incondicional. ¡¡Olvidaros mujeres, eso no se puede hacer con un hombre!!!.
De todas maneras no soy como uno de los personajes de "El club Dumas" de Reverte, mis libros están vivos, tienen anotaciones, páginas marcadas, manchas... Porque cuando lo estoy leyendo viene conmigo a todas partes. A veces, cuando he acabado alguno y a vuelto a mi biblioteca, ha sido como separarme de un ser querido. Como dice mi tía, yo no compro al azar, todo está leído, releído incluso varias veces y sobre todo, pensado, absorbido, reflexionado.
Cuando yo estudiaba, el Ministerio de Educación se veía como ahora, en la obligación de fomentar la lectura entre los jóvenes. Me parece una gran iniciativa si tuvieran en cuenta que para atraer el interés de la infancia sobre algo, hay que hacérselo atractivo, envolvérselo para regalo.
Enseñarles a leer, a pensar, a disfrutar. Y eso solo se logra a través de una literatura adecuada para cada edad. Os aseguro que mi afición por la lectura quedó intacta después de la EGB porque puedo quedarme enganchada a la etiqueta de una botella de agua. Pero que con 11 años tengas que dedicar tu tiempo libre al "Cantar del Mío Cid" en castellano antiguo ¡¡¡no tiene nombre!!!.
Estoy segura que nuestro profesor, con sus buenos 40 años, no había tenido narices de poder con el y a mi, fue el único libro que consiguió que durmiera 8 horas seguidas en mis 53 años de vida.
Afortunadamente hoy en día hay una estupenda oferta para el público infantil y juvenil y no creo que los clásicos españoles del Siglo de Oro, por ejemplo, sean lo ideal para potenciar la lectura entre los jóvenes.
Dudo que Lópe de Vega le pueda hacer la competencia a la PS4.
Toda esta disertación es para llevaros al término reflexión.
Solo puedo hablar de mi experiencia pero, a mi, los libros me enseñaron a reflexionar. Yo lo hice, adopté este hábito de forma instintiva pero hay que asegurarse que se convierta en una costumbre para los nuevos lectores.
Leer no es como beber un vaso de agua, es como disfrutar de una copa de buen vino. Hay que mantenerlo un instante en la boca, permitir que inunde los sentidos y una vez ingerido, disfrutado, buscar los aromas que nos sugiere (roble, melocotón,...). Y que la sensación placentera se quede grabada en nuestro subconsciente.
Pero eso no se lo enseñas a un niño obligándole a hacer un comentario de texto sobre "La vida de Buscon".
Yo no dudo que debe haber niños superdotados que con 12 años escriban poesía pero al resto, no podemos pretender que les guste el "Romancero Gitano".
Hay que proporcionarles una literatura con la que se puedan sentir identificados. Con la que se diviertan y se sientan héroes viviendo una gran aventura. Fomentar su imaginación, su creatividad. Y no inducirlos.
Recuerdo siempre una clase de literatura de EGB donde analizábamos un poema de Machado. Nuestra profesora nos hizo tragar la versión de lo que el poeta quería decir en uno de sus escritos, probablemente aprendido en algún curso. ¡¡Error señores!! Probablemente el autor lo escribió con una intención pero cada consumidor de sus palabras siente su sabor de una manera y no por eso deja de ser una opinión válida. Estoy segura que Machado se habría enfadado mucho con mi profesora.
Los niños son permeables como la arcilla y los valores que podemos traspasárles a través de una buena historia, una donde se sientan implicados, se quedan en ellos para siempre.
De todas maneras, yo que tengo dos sobrinos de 11 y 12 años compruebo que, aunque les regale libros, a uno consigo llevarlo a mi terreno pero al otro no. Podemos hacer todo el proselitismo que queramos pero nunca podremos vencer la personalidad de cada uno.
Como comentario final, y a pesar de todo, tengo que agradecer a mis profesores el descubrimiento de Pío Baroja, Valle-Inclán, Delibes, Quevedo, Clarín, García Lorca... Con los que he disfrutado enormemente.

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